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miércoles, 27 de julio de 2016

WEEZER – "The Blue Album" (1994)

Mientras aquí estábamos con las miradas puestas en la montaña Olímpica y todo lo que ocurría en ella, en la costa Californiana se formaba un grupo que estaba predestinado a hacer historia. WEEZER desde entonces ha ido cosechando una trayectoria musical envidiable y además, para nuestro deleite, en el presente parecen gozar de una segunda juventud.

Dos años después de su nacimiento lanzarían The Blue Album (1994), en clara referencia al color de su portada ya que carece de título oficial. Empezaría una costumbre en la banda, la de sacar de cuando en cuando álbumes homónimos rebautizados con el color predominante en su portada. Luego vendría el The Green Album (2001), The Red Album (2008) y el The White Album (2016).

El disco que nos ocupa conformó una presentación en sociedad sencillamente incontestable, un trabajo jovial y divertido, fruto en su mayor parte, de correrías universitarias varias. Producido por Ric Ocasek, líder de The Cars y grabado en los Electric Lady Studios de Nueva York. Sus singles fueron "Undone - The Sweater Song", "Buddy Holly" y "Say It Ain't So".


Arranca con "My name is Jonas" y sus guitarras afiladas con contundente batería. Estos chicos parece que nos quieran decir: ¡eh, estamos aquí y hemos venido para quedarnos un buen rato! 

Nos tranquilizamos un poco con "No one else", y es que “nadie más” que ellos pueden obsequiarnos con estas guitarras que van cabalgando a través de la canción, entrecruzándose la solista con la rítmica y viceversa hasta formar un nudo indestructible.

Seguimos a medio gas, bueno, tratándose de Weezer hablaríamos de una cuarta velocidad más o menos. "The World has turned and left me here", una de mis preferidas, quizás la más formal y reflexiva del conjunto. Hay flashes en este tema en que la voz de Rivers Cuomo tiene un aire a la de Robert Smith (The Cure). Esa guitarra acústica que quiere hacerse un sitio entre tanta electricidad, una batalla por cierto perdida de antemano pero que agranda aún más si cabe la aureola de himno de este corte. Sus 4:19' se mantienen álgidos de principio a fin dentro de un bucle casi hipnótico de rasgueos y distorsión.

"Buddy Holly" se convierte desde su primera escucha en unos de los clásicos de los de Los Ángeles. Tanto la canción como el video, deslumbrantemente divertido, causaron gran impacto a nivel internacional. Sus guitarras desternillantes, los toques sutiles de órgano; el amago de rapeo que se montan, el uh, uh…, en fin, estamos ante el himno party por excelencia. 

¡Qué decir de la inclasificable "Undone-the Sweater Song" (clip al final del post)! Nunca una prenda de ropa, un jersey para ser más puntillosos, tuvo tanto protagonismo dentro de un hit, dejando aparte la legendaria minifalda de Manolo Escobar, por supuesto.

Empezamos con el riff de guitarra junto al potente bajo que ejerce de acompañante fiel durante casi todo el metraje. A esto se le une la batería que va animándose paulatinamente y las guitarras que pasan a distorsionarse y acoplarse hasta lograr alcanzar niveles casi insoportables para el oído humano. El tema acaba con unas ostias al piano finales a modo de ataque de pura esquizofrenia. Si toda esta ensalada la alineamos con un videoclip legendario, nos plantamos ante una de las fotos más emblemáticas de los 90's

Atención, estos chicos han prescindido de la crema solar y después de pasarse todo el día en la playa californiana empiezan a sufrir alucinaciones. Se creen los Beach Boys y los emulan con "Surf Wax America". Después de la agotadora jornada playera entierran las tablas en la arena y se toman unas cervecitas al ritmo de "Say It Ain’t So", tercer sencillo que además nos regala un solo de guitarra memorable. 

Llegamos a "In the Garage", canción homenaje a esta estancia multiusos tan típicamente americana. La armónica se revela como hilo conductor del tema entablando una relación casi íntima con las distorsionadas guitarras. 

"Holiday" nos invita a dejarlo todo y escapar lejos de la mundana monotonía. Mientras nos aprestamos a huir a toda prisa, unos chasquidos de dedos junto acompañados de coros du-du-a nos sorprenden agazapados como queriéndonos convencer de lo contrario. 

Bueno, acabamos con "Only In Dreams", canción de amor somnoliente de 8 minutos de duración, ahí es nada. El bajo nos agarra de la mano y no nos suelta mientras dura esta genialidad que parece que nunca se acabe. Grandioso final, digno de una obra de este calibre.

¡Gózalo!




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