Cristian Bohórquez a los sintetizadores, guitarra, bajo y programaciones y Davis Rodríguez a la voz, sintes y programaciones ya habían coincidido en las espléndidas bandas Sundae y Martes Niebla antes de fusionar sus universos en ESCUELAS PÍAS. Los sevillanos vienen desde 2016 regalándonos singles, EP's y discos a cual más gustoso, provistos de un enigmático synthgaze con fuerte deje pop asomándose al rescate de las sombras.
El arrebatador mostruario compositivo expuesto hasta la fecha por el dúo merecía una continuación a la altura. Entonces van y se sacan de la chistera Ven a morir a casa (El Genio Equivocado, 2025), opositando por su estructura, extensión y embrujo, a convertirse en su obra magna.
Estamos ante la banda sonora de una película de terror imaginaria fantaseada por Davis y Cristian pero que a la vez se abre a la participación colectiva para que el oyente cree su propia historia mientras se inspira con la escucha. El argumento que nos propone la banda se expone con una breve sinopsis en esa especie de bodegón siniestro que es la portada del disco: <<A lo largo de tres décadas (1982, 1992, 2002), tres personajes se verán asediados, seducidos y aterrorizados por un ente cósmico que se presenta ante ellos para concederles sus más ansiados deseos. ¿Quién es este Dios imperfecto con promesas de la vida que siempre soñaste?>>.
Por delante unos números de impacto: 1 hora y 9 minutos de duración, 21 cortes divididos en 2 partes con 9 canciones y 12 instrumentales en total. Que no te abrumen estos datos, el disco pasa en un santiamén, eso sí, requiere de una ligera pausa en medio de la vorágine mundana y de la que tanto mereces aliviarte con placenteras experiencias como esta. Resulta paradógico que para evadirte del espantoso panorama actual, mucho más aterrador que cualquier novela de Stephen King, tengas que sumergirte en una bso de película de miedo, pero así están las cosas.
"Autobuses circulares" te da la bienvenida al álbum con unos lángidos teclados a modo de frágil calma dispuesta a ser alterada en cualquier momento, quizás por ese <<algo extraordinario>> que se reitera cerrando su lírica.
El primer tema instrumental lo encontramos en la espacial "Principio y fin" con desmelenadas guitarras colándose por la atmósfera synthwave ochentera reinante y un cortante final inyectando desasosiego al ambiente.
Hay cuatro canciones en concreto que representan a cada uno de los personajes del largometraje inventado. "Niña de videoclub" sería la primera referenciando a La Niña. Un dilatado medio tiempo synth-pop (5 minutos y medio) que es auténtico caramelo, sobre todo cuando llega el estribillo desdoblado. Todo y con eso ESCUELAS PÍAS no abandonan del todo ese halo sombrío que viene de fábrica, además estamos en una peli de género, que no se te olvide.
El poderío de "La puerta" te puede pasar por encima con ese binomio sintes/guitarras como perfectas armas de sugestión masiva. Tanto como para abrirte las puertas del "Inferno", uno en el que se entra de la mano de unos brumosos sintes que derivan en pura inquietud a partir del segundo minuto. La aparición de la guitarra parece intentar hacernos recuperar el aliento, será un espejismo.
Llega "Popular", la canción dedicada a otro progtagonista, El Adolescente. Momento para volvernos a genuflexionar ante la banda. Instantanea, con una aureola melancólica bien marcada, otra señal de identidad de ESCUELAS PÍAS. Si hay que estar <<condenado a ser popular por una maldición>> nada mejor que bajo el influjo de las notas de esta maravilla pop.
Con "Feria de los horrores" te trasladas en medio de las paraditas de comida, juegos y atracciones sabiendo que, por su evolución decadente y errática, algo malo va a pasar. La puntilla la pone la fantasmal "La, la, la" subiendo un peldaño de tensión al ambiente, mitigado en parte por la evolución hacia una electrónica más cadenciosa en su segunda mitad.
La monumental "Señora", con un bajo muy jefe, es la canción asignada a La Mujer, el tercer personaje. Su esponjoso ritmo invita incluso a un baile sosegado, aunque sea con el susto en el cuerpo, la turbadora lírica va poniendo en situación desde la estrofa inicial: <<Ahogada en la piscina, dulce gravedad. Inerte en esta cárcel de felicidad. Mis hijos me arrancaron las entrañas, dejando solo hueco hacia la oscuridad>>.
El empuje vaporoso de "Noche artificial" funciona como refugio dónde resguardarse del monstruo mientras que el kraut asfixiante de "Atrapados" delate que no lo hubiéramos conseguido.
La progresiva y ensoñadora "Los lamentos" arranca la segunda parte de Ven a morir a casa alcanzando cotas inusitadas de épica sobrecogedora. La letra engrandece esa sensación desde el primer compás: <<Ven a olvidar, como esta cicatriz no deja de latir. Siempre es un día gris, un episodio en loop de un despertar febril. Susurrarás, qué tienes preparado para mi>>.
A la contundente "This man" con cierta dosis de psicodelia incorporada, hay que darle de comer aparte. Desde luego que iremos a <<vivir a tu habitación>>, hay que escucharla para entenderlo. Como guinda esa parada rondando su segundo minuto, tan perturbadora como grandiosa.
"Leyenda negra" es bipolar, primero da canguelo mientras que en su segunda mitad se manifiesta como curas paliativas.
Cosa-casa es la canción reservada al Ente que atormenta a los tres protagonistas. Dream-pop armonioso con una letra que sigue retozándose entre el pavor: <<Ritos satánicos, huéspedes mesiánicos. Vuelve a casa a descansar, nada te perturbará, nada te perturbará>>. Rematan la atmósfera angustiosa los densos teclados de "Tres décadas".
El melódico pop electrónico de "Ven a morir a casa" actúa como canto de sirena ya que sus amables notas parecen hechas para engatusar al respetable, para muestra la entrada lírica: <<Sígueme, puedes visitarme. Te arrastraré hacia la perdición. Quédate, cerraré con llave. Olvídate de lo que fuiste hoy>>. Una estrofa evolucionando en ligero in crescendo desembocando en estribillo embriagador, todo aderezado por animosa caja de ritmos, sintes centelleantes, electrónica embrujadora, guitarras certeras... ESCUELAS PÍAS marcando músculo de terciopelo.
"Huida" anima a eso, a intentar zafarte de alguien o algo que te hostiga acentuándose la tensión durante su último minuto. La onírica "Ascensión" bien podría ser intro de la siguiente "Sin escapatoria", quizás el tipo similar de sintes escogidos para ambas incrementa esa impresión. La segunda ahonda en el climax de serenidad, quien sabe si por la aceptación de una situación inevitable. El imponente solo de guitarra no lo vimos venir.
Cierra Ven a morir a casa "Monstruos en la oscuridad", su título no da lugar a engaño. Un halo de misterio impregna la escucha con un tétrico synthpop enmarcando la lírica sentenciadora: <<Cuando lo que dejas atrás me da más miedo que lo que vendrá. Quizás no vuelva a estar tan solo nunca más si me acompañan monstruos en la oscuridad>>.
Estas invitada/o, Ven a morir a casa con ESCUELAS PÍAS>
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